martes, 13 de febrero de 2018

Columna de opinión La des-familiarización del Estado: gesto y comienzo del cambio



Columna de opinión
La des-familiarización del Estado: gesto y comienzo del cambio
Soy consciente de que la sorpresiva medida del presidente Mauricio Macri de impedir el nombramiento de familiares en el ámbito estatal implica, en términos del gasto presupuestario, una ínfima rebaja del mismo y por lo tanto su incidencia es casi nula. Por ese motivo considero que es más simbólica y ejemplificadora que económica. No estoy del todo de acuerdo con la disposición, ya que hay casos en que ciertos parientes estaban ocupando cargos con anterioridad al del ingreso de un funcionario de mayor jerarquía o relevancia políticas. En otros, se trata de personas que militan en política desde hace muchos años, y su ingreso a esferas gubernamentales tienen más que ver con méritos o influencias propias que familiares. Por Rubén Pagliotto (*)

De todos modos, como medida que procura introducir un gesto de cambio y recuperar el valor de la meritocracia por sobre el acomodo y el amiguísimo, me parece válida, aceptable y positiva. He visto aplaudir esta medida a muchos integrantes del Poder Judicial. A propósito de ello: a nadie de la numerosa "familia judicial" se le ocurre que, en la misma sintonía del gobierno nacional, podrían hacer lo mismo. Hay familias enteras que viven del presupuesto del servicio de justicia y que, en la mayoría de los casos, no es por méritos ni sacrificios personales que llegaron a esos lugares. Y como si fuera poco, estamos hablando del sector estatal con mayores ingresos, por lejos. Y no me olvido de otros privilegios irritantes como el de estar eximidos de pagar impuestos.

Es una mentira infame y de pésima factura intelectual la justificación dada días pasados por la ex presidente del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Claudia Mónica Mizawak Faisal, que trató de suavizar y edulcorar tamaño privilegio en la necesaria tranquilidad (i.e., sin pasar o estar abrumado por exigencias económicas) en la que debe trabajar un magistrado. Imagino que no menos tranquila debe ser la vida de un médico cirujano o la de un ingeniero o de un albañil o maestro. En fin, estas breves líneas lejos de polemizar pretenden ser disparador de un necesario debate que con respeto, altura, lucidez y sensatez, aporte a un modelo de país, que, necesariamente, deberá ser cada día más transparente, eficiente, inclusivo y que premie el esfuerzo y el talento por sobre el acomodo y la picardía criolla.

Aspiro, definitivamente, a que el necesario cambio que debe darse en el plano nacional, provincial y municipal, no se quede solamente en gestos o meras expresiones de deseo. Todos, sin distinción de banderías políticas ni ideologismos de pacotilla, debemos remar en esa misma dirección. Fuera de este equipo de ciudadanos remadores deben quedar los beneficiados por la corrupción, la mentira y el nefasto Populismo. La cuestión de fondo, real y dirimente, es ser o no ser República. Lo demás es puro fuego de artificio.

(*) Abogado. Ex presidente del Colegio de Abogados -Sección Paraná.


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