Un pueblo signado por un triste destino
Los adelantos siempre generan cambios, más si estos involucran a la sociedad y sus comunicaciones, esta vez viales. En la década de los 70 se inauguró una importante obra que comunico la Mesopotamia con la provincia de Buenos Aires y después termino siendo la ruta del Mercosur. El ferrocarril también tuvo lugar en este puente y el ferri que unía Zarate en
Buenos Aires con Pueblo Ibicuy y su estación Holt en sus principios terminal Norte de los Ferrobarcos del The Entre Ríos Railways Company, en la Provincia de Entre Ríos dejo de funcionar. La substitución de este servicio Ferroviario por el cruce del puente derivo en un gran cambio en el transporte de cargas y pasajeros en estas dos comunidades, ya no más balsas y no más ferri. Mucho menos sufrió la comunidad zarateña este cambio que la de Ibicuy, la zona portuaria en zarate después de tener este movimiento se transformó en un lugar prácticamente desagitado, pero para Ibicuy el cambio lo sufrió toda su comunidad. La incidencia directa que tenía el ferrocarril en este pueblo entrerriano dejo a una sociedad totalmente desamparada, solo con el puerto como uno de los principales referentes de la economía. Los noventa terminaron de matar a las pequeñas comunidades de estaciones linderas o apeaderos como los llamaban comúnmente. Este Puerto de Ibicuy junto con el de Victoria y el de Concepción del Uruguay, fueron de los tres puertos que pasaron a depender de la Provincia de Entre Ríos durante las desregulaciones portuarias, pero a la vista esta no corrió con la misma suerte que estos, aparente mente los habitantes de Ibicuy no despiertan el mismo interés que el de las grandes ciudades, sumándole la inoperancia de sus legisladores que aparentemente, tendrían solo intereses económicos en el mismo. En estas últimas décadas por distintas circunstancias los habitantes de Ibicuy no dejaron de ver como su principal sostén económico como lo fue el puerto se iba cayendo o bien dicho seria hundiendo. Los malos manejos de las políticas portuarias, una tras otra en las distintas gestiones, no fueron capaz de sostener este puerto, uno de los mejor ubicados estratégicamente, lo pusieron en una situación complicada y terminaron, bien dicho hundiéndolo junto a muchas esperanzas de la comunidad, que veía repetirse una historia no muy lejana como la de su ferrocarril, pero en esta oportunidad no por fruto del adelanto, sino de la desidia. Hoy centenares de familias portuarias ven como los malos manejos continúan, primando intereses sobre el bien estar general de esta comunidad que se niega a abandonar una identidad defendida por generaciones. Esta pasada semana se debería entregar el puerto en funcionamiento, por una empresa consignataria que esta hace años a cargo del mismo, de la cual se podría escribir un libro, junto a los políticos responsables, desde gobernadores hasta senadores que continúan usando esta obra como elemento electoral de propaganda desde su hundimiento y antes con su reactivación. En este puerto existía un desguazadero de barcos, debería investigarse quienes fueron los que desguazaron el antiguo puerto y las esperanzas portuarias. Las mentiras seguramente continuaran a una comunidad que no abandona su lucha, aun hoy muchos conservan individualmente su identidad ferroviaria y juntos a estos otros bregan por mantener su puerto como bandera que identifica su historia y medio de vida.
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