EL
VOCERO ISLEÑO
EDITORIAL
Vemos
continuamente que lo malo es cuando se
pasa de una crítica constructiva o una opinión valedera, a generar con estas la
ideologización de los temas y con las mismas atacar en forma indiscriminada utilizando motivos ajenos a la problemática o políticos
irrelevantes. La ley de humedales es una
de las leyes que despertó un interés muy grande en las Ong que defienden a
estos, pero sumo preocupación en sectores productivos y
habitantes de los mismos. Hay quienes
están a favor de una ley dura con un largo listado de prohibiciones, que
seguramente son en su mayoría quienes no los habitan y lo viven por
imágenes y otros que ven a esta
como un ataque al delta, privando
a este de sustentabilidad atacando a quienes producen en el mismo. El balance y
la cordura es lo que tiene que primar cuando hay tantos intereses contrapuestos, vidas de lugareños en juego y capitales
productivos, no se debe usar una ley como arma de castigo, denuncias y
politizar ideologizando la misma. Montados en la defensa de la ecología usan
todo elemento al alcance para sacar un rédito político o un posicionamiento
desacreditando y desviando una discusión de fondo sobre una ley que debe
contemplar la vida en los humedales de su flora y su fauna, pero ver la
sustentabilidad y el equilibrio de estos para no expulsar a los isleños
quitando las fuentes de trabajo, muchas heredadas por generaciones. Diques,
terraplenes y caminos aparecen como vocablos que generan miedo, pero fueron por
años los que le dieron al delta la sustentabilidad que hoy tienen. Sabemos que
el cerrado de causes y la construcción de estos elementos en los humedales en forma indiscriminada ocasiona un grave
daño. Hoy vemos una innumerable cantidad de defensas y obras a realizar sobre
la cuenca del Rio Uruguay, en Concordia,
ampliando la de Concepción o como la
realizada en Gualeguay donde se dio el lujo hidráulica de cambiar en parte el
curso del rio que lleva su nombre. No vemos la misma insistencia y ataque a
estas como lo hacen acá con un emprendimiento privado de un barrio náutico. Hace
varias décadas que existen endicamientos
de miles de Hectáreas, entre ellos Papel Prensa, el de la ex Celulosa y varios
más en Villa Paranacito donde funcionan emprendimientos productivos sostén de
innumerables familias isleñas, que no veo sean atacados con la misma saña por
estos pseudodefensores ecologistas. No
veo cómo podemos responsabilizar a este emprendimiento privado de no más de 10 Km2 no
endicadas en la costa del Aº Sagastume con la inundación de toda la superficie del
noveno departamento en extensión como es el de Islas del Ibicuy con 4.500 Km2
el 0.2 por ciento de la superficie del departamento. Nada se dice de la ruta sin puentes ni alcantarillas a la vera del
emprendimiento tan cuestionado. Como dije tampoco nadie vio el taponamiento del alcantarillado
de la ruta 12 producido por un socio de la sociedad Rural en la última
creciente. Del que hoy nadie habla. Tampoco del emprendimiento de unos de los
referentes de esta entidad cuando, hoy denunciante, se benefició por años de endicamientos
defendiendo sus emprendimientos productivos. Tampoco se comenta de muchos de los pequeños y medianos endicamientos de los socios de la entidad que
a la que pertenece uno de los continuos denunciantes que sostuvieron a varias
familias de trabajadores en las
inundaciones sufridas. Por eso existen intereses, económicos,
ideológicos y algunos personales en los
continuos ataques, de individualistas
exacerbados sin ninguna clase de sostén comunitario como quieren hacer
notar en alguna nota. Siempre dije y sostengo y me pregunto ¿Que quiere la
comunidad isleña? Un delta sustentable con un estudio hidráulico serio resolviendo en forma
conjunta nuestro futuro o dejar que unos pocos decidan por nosotros con
una catarata de denuncias constantes, donde se mezclan problemáticas reales con
ficción, confundiendo a quienes
desconocen la verdadera realidad que vive el pueblo isleño, habitante de los Humedales.
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