Columna de Opinión
La grieta necesaria para el regreso
La grieta necesaria para el regreso
Seguimos en la ampliación de la grieta. Estos últimos tiempos vemos como se usa
cualquier motivo para generar y continuar ampliando la brecha que separa a las distintas
comunidades ideológicas. Muchos en campaña ya promueven acciones que los dejen
bien parados en las próximas elecciones de medio término, otros ya más osados están apostando a tres años propiciando su
regreso y armando entramados políticos con socios hasta procesados. Esto se
realiza, sin importar que debamos transitar mucho tiempo para esto, sin un compromiso social de estos actores y
si lo tienen es solo por un interés personal en un claro síndrome de abstinencia
ocasionado por la falta de poder. Esta clase de actitudes no nos lleva a salir
de la situación generada por quienes hoy promueven su propio regreso. En estos últimos
días embanderados con los derechos humanos, tan usados desde la última década y
desprestigiados por el uso que se les dio, endiosaron a quien oso manchar los
pañuelos blancos. Mancillar una lucha
tan grande e inmaculada con acciones delictivas tiene que tener responsables, y
deben pagar, pero también tiene que existir un estratega y propulsor de todo
esto y debe responsabilizarse. El gobierno anterior hiso uso y abuso de su
bandera sobre los derechos humanos, siempre en la dirección que le propine algún
rédito, político o económico. No creo que la señora Hebe de Bonafini desconozca
todo esto, pero lo que si debe hacer es someterse a la justicia como cualquier
ciudadano. Seguramente debe ser duro sentarse en un banco frente a quienes
insulto y califico con cuanto epíteto le vino a la boca, siempre acompañada por
su sequito de procesados. Seguramente no cree en la justicia, pero si cada uno
por conveniencia no se presenta al llamado de la misma transitaríamos hacia una
anarquía. La grieta seguirá seguramente por mucho tiempo, socavada por actitudes como esta o por algunos
que con la idea de un retorno hoy atacan hasta sus propios compañeros, esto sin importar la situación de la sociedad o de
sus propias comunidades, en su momento hasta llego a llamar mis hijos a sus
habitantes en una emotiva despedida, ninguna madre ataca a su propia familia. El
poder es como una substancia que subyuga y genera una adicción, más cuando su
uso y abuso superaron décadas, que con tal de recuperarla se llega a hacer uso
de cuanto elemento se tenga a mano, sin valorar el daño que se cause, como
manchar los pañuelos o castigar a una comunidad minándola para allanar un
regreso, quizás posible si el ciudadano carece de memoria.
José Luis Regalado
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