miércoles, 7 de septiembre de 2011

20 AÑOS CASADOS CON EL PODER

Villa Paranacito: Melchiori – Toller, veinte años casados con el poder

Foto: Mauro Rizzi

Un artículo publicado este domingo por La Nación. En un viaje al interior de la política argentina, el matutino recoge el caso entrerriano de un matrimonio político que se compara con los Kirchner. Carmen Toller es intendenta de Villa Paranacito desde 2003 y va por la reelección; los 12 años anteriores gobernó su esposo, hoy senador provincial con intenciones de un período más y pretensiones a futuro de ser gobernador, Eduardo Melchiori Horacio Riedel, el empleado municipal encargado de cuidar la plaza del pueblo, acaba de colgar en el frente de su casa un pasacalle de Ricardo Alfonsín que dobla en tamaño a los carteles de Cristina Kirchner colocados en una unidad básica ubicada justo al lado de su vivienda. “Lo puse para embromar a la intendenta”, desafía el dueño de la casa, con una sonrisa pícara que se adivina debajo de un bigote idéntico al de Aníbal Fernández. La intendenta y candidata a la reelección es la peronista Carmen Toller, una profesora de Historia que aquí es conocida como Carmen, a secas. Asumió al frente del municipio en 2003, año en que sucedió a su esposo, el médico Eduardo Melchiori, que había gobernado a partir de 1991 y que desde que dejó la intendencia es senador provincial, cargo para el que este año se postula nuevamente. El nombre de ella y el apellido de él figuran en los pasacalles y en los afiches colgados a lo largo de la ruta de acceso al pueblo, recién asfaltada, junto con otros que respaldan la reelección de Cristina Kirchner y la del gobernador Sergio Urribarri. También se suceden sin pausa en buena parte de la costanera, al borde de un río angosto, que constituye la postal más típica de la localidad. Es un pueblo de 6.000 habitantes, radicado en un humedal, y formado por una isla principal y por otras desperdigadas en el delta del río Paraná, a las que se llega sólo por agua. “Hace 20 años que están los Melchiori y, si sos amigo de ellos, te va bien, pero si no, te mandan a apretar”, cuenta el empleado municipal, al que, según él asegura, lo obligaron a cuidar la plaza del pueblo luego de que organizara el gremio del municipio. Después de dar su testimonio a La Nación, lo confinaron al cementerio municipal. “No se ocupan de nosotros”, suma su queja, con una bota enterrada en el agua y otra sobre su bote de madera, Carlos La Paz, uno de los pobladores de las islas. “Nunca tuvimos un gobierno tan malo como éste”, agrega, mientras aleja con un ademán brusco a uno de los chanchos que corretean a su lado y a los que cría casi como mascotas. Pero no todas son quejas en el pueblo. Marisa Rodríguez, cocinera del Hospital municipal, es una de las que defiende a la intendenta a muerte. “Acá somos todos de Carmen”, dice, rodeada de sus cuatro hijos, sentada en la escalera de una ‘casa con patas’. Así se conocen en la zona a las viviendas elevadas para contrarrestar las frecuentes crecidas del río que hacen que esta ciudad sea conocida, con algo de cruel ironía, como la ‘Venecia argentina’. Con la vista fija en una pancarta con el nombre de la intendenta que colgó en una ventana de su casa, Rodríguez cuenta que ‘Carmen’ siempre le responde los mensajitos de texto que ella le manda y que ‘el doctor’ es muy querido en el pueblo porque atiende en su casa y sin turno a cualquiera que tenga un problema de salud. Son sólo algunas de las historias que cuentan los vecinos del pueblo sobre los Melchiori, un matrimonio al que los opositores suelen comparar con los Kirchner. ‘Nosotros venimos viendo este estilo de gobierno personalista hace 20 años. Pareciera que los Kirchner copiaron a los Melchiori’, sostiene, en la puerta de su aserradero, el radical Luis Kirpach, candidato a intendente de Unión Isleña. Es un frente que reúne a la UCR, al peronismo disidente, al vecinalismo y hasta al maoísmo. “Eso sí -agrega Kirpach, como quien descubre una diferencia-, en el municipio siempre mandó Carmen”. Sentada en el living de su casa, una vivienda de dos plantas y pintura ennegrecida por la humedad, que se confunde con el resto de las viviendas del barrio, la intendenta llena de elogios a Cristina Kirchner y se divierte con la comparación. Es más, explica que, formalmente, ella no es intendenta, sino ‘presidenta municipal’, y cuenta que muchos chicos del pueblo les preguntan a sus padres si ella es la presidenta. “Para que no haya confusiones, yo les digo que me sigan diciendo intendenta”, explica, con la mano derecha aferrada a una medallita plateada de la Virgen del Carmen. El senador, un gran contador de chistes al que su esposa le dice ‘Pa’, sólo se suma a la charla unos minutos más tarde, pero su rostro está presente desde el inicio, en la imagen de un llavero que cuelga de la puerta del living. “Somos una SA y una SP: una sociedad de amor y una sociedad política”, resume la intendenta, y detalla que ella es la operadora política de la pareja y que él es el líder carismático. El llavero de Melchiori no es el único elemento de merchandising político de la casa. En el medidor de electricidad ubicado en la puerta de calle sobrevive una calcomanía azul y blanca de ‘Menem 1995’. “El nos ayudó mucho en la crecida del ‘98”, recuerda Carmen. Nacidos en la vecina Gualeguaychú, los Melchiori llegaron a este pueblo en 1985, luego de realizar trabajos sociales en Salta, como militantes de Acción Católica. Los trajo el hoy opositor Kirpach, entonces intendente. “Eduardo usó la función de médico para hacer política”, se lamenta el dirigente radical, que nombró a Melchiori como director del Hospital Municipal. “Lo único que falta es que después dejen [como intendente] a uno de los hijos”, agrega Kirpach. La mención no es antojadiza. Bruno Melchiori, de 21 años, fue uno de los que organizó el último acto de la Juventud Peronista local, que reunió a más de 400 personas. “No era nuestra intención quedarnos tanto tiempo, pero nadie se quiso comprometer”, afirma el senador. Reconoce que le tienta la posibilidad de pelear por la Gobernación y jura que, en caso de que su esposa gane las elecciones, será el último mandato de un Melchiori en la Intendencia.

En el pueblo, no todo el mundo les cree.

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