Columna
de Opinión
Vivimos en una sociedad con
pocos buenos ejemplos
Por:
José Luis Regalado
¿Estamos
hoy en una sociedad imposibilitada de predicar con el ejemplo? No sería difícil
contestar esta pregunta, seguramente, como integrante de esta sociedad considero que hoy la misma
está más preocupada en su propia subsistencia, que en trasmitir valores y
pregonar los mismos con su práctica. Quienes tenemos ya años recorridos y
sumamos experiencia podemos ver en algunos jóvenes prácticas muy distintas a
las que muchos llevaríamos a cabo, desde ya dentro de moralidad y los límites
que la misma impone, estos cada vez más amplios. Esto lo podemos pensar desde
el ámbito en el que se nos educó en principios y valores, pero
que ya hoy no se habita ni se militan. El crecimiento
del medio en que nos estamos desarrollando con un alto nivel de consumismo material, en todos los ámbitos, es el
responsable directo del abandono de estos requisitos elementales para nuestro
buen desarrollo. Los hogares, las
escuelas, la Iglesia y muchas otras entidades
socialmente reconocidas están perdiendo credibilidad por la escases de valores en muchos de sus propios
actores, desde ya no todos. Los hogares, base de toda sociedad, solo superada
por el hombre célula madre, están más
preocupados por generar sustento o cambiar de estatus, que educar en valores.
Podemos culpar a la situación actual, algunos hasta la herencia, pero esto es
más un problema sociocultural por el nivel de consumismo, competencia y envidia.
Con esto los actores abandonan el rol
que desempeñan, como ejes ejemplificadores
en valores y principios. La escuela y la
iglesia han perdido su verdadero lugar en esta actual sociedad, con distintas
acciones. La escuela prácticamente abandono la esencia del educar integralmente,
para pasar a ser un ente contenedor e
inclusivo, vocablo moderno tan usado, pero lejos de los principios y valores
que se deberían ejemplificar. Hoy está
obligada por el sistema y solo trata de mantener o acrecentar números vacíos de
contenidos. La iglesia no está fuera de la crisis, desesperada por conservar un estatus, olvida abordar los cambios,
manteniéndose en una ortodoxia que se torna insostenible. A pesar de reconocer los
graves yerros de quienes proclaman su palabra, y a
quienes muchas veces acompañamos en estas en
prácticas sin saberlo, hoy está lejos para ser tomada como ejemplo de
preceptos. Aún más complejo sería un análisis de los responsables de guiar el
destino de nuestro país o quienes lo hicieron en un pasado inmediato. La
historia y algunos de las acciones que vemos, poco tienen para tomar de modelo. Principios y valores fueron abandonados en pos
del poder y mantenerse en este. Hoy tomar el ejemplo de estos no es la práctica de la que tenemos que
asirnos para generar un cambio en la sociedad. El rédito personal y el
individualismo es lo snob, lejos quedo en el tiempo cuando se nos pregonaban los valores y principios,
tan necesarios para el desarrollo del
ser y su vida en plenitud. Solo si reconocemos esto, podremos empezar a generar un cambio en los entes
básicos y en un futuro sembrar valores
en tierra fértil que puedan multiplicarse.
Hoy ver esto es duro pero tenemos que permitirnos soñar para poder
cambiar.
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