martes, 9 de febrero de 2016

El río canta su celebración

El río canta su celebración

El río Paraná, revivido por la suma en nuestra tierra de sus hermanos Paraguay, Iguazú, Bermejo, Pilcomayo y tantos otros, recuperó sus valles de inundación y se llevó puesta - también las intenciones acumulativas-, por lo menos por estos tiempos, de la empresa holandesa “Bema Agri”, que tanto daño ambiental y mal ejemplo productivo está generando en el humedal más importante de la República Argentina y de todo el Cono Sur de Sudamérica, el Delta.Por Jorge Daneri, 
especial para ANÁLISIS DIGITAL

Como el diario La Capital de Rosario ha publicado: “Lo que el Estado no pudo hacer, lo ha hecho el río”, refiriéndose al emprendimiento agrario liderado por esta empresa holandesa. 
http://www.lacapital.com.ar/la-region/El-agua-arraso-con-los-terraplenes-ilegales-de-una-empresa-en-las-islas-20160201-0071.html
Más allá de un reciente e importante fallo judicial de la Cámara Contencioso Administrativa de Paraná (1), que intima a la provincia a asumir sus responsabilidades institucionales y jurídicas en el caso de “Bema Agri”, la deuda que el Estado provincial tiene frente a este conflicto socio-ambiental, como a otros relacionados con la construcción de endicamientos en el Delta y sus correspondientes efectos, una constante secuencia en la profundización de la destrucción del funcionamiento natural del sistema de humedales y sus ecosistemas asociados, resulta enorme. Por eso, esta realidad que el río toma por sus propias fuerzas, no deja de ser una lección que ojalá se aprenda, de lo que no se debe imitar ni trasladar de manera alguna y menos geométrica, en el valle aluvial del Paraná. 
Por otro lado, el reciente reconocimiento por el Órgano Ejecutivo de la Convención de Protección de los Humedales de Importancia Internacional, RAMSAR, del sitio 2255, de fecha 3 de octubre de 2015 (2), designando como uno de los sitios de mayor protección por sus servicios ambientales, sociales y culturales, con una extensión de aproximadamente 240.000 hectáreas del Pre-Delta y el Delta y dos Parques Nacionales dentro de dicho contexto de humedales, no deja de ser una sentida celebración, fruto de décadas de lucha de tantas organizaciones sociales, ecologistas, académicas y cooperativas y asociaciones de trabajadores del río. 
Por esta razón la celebración es aún mayor, pues ahora, el río Paraná cuenta con tres sitios RAMSAR de preservación ecológica dentro del Paraná medio e inferior: “Humedales Chaco”, “Jaaukanigás” y “Delta del Paraná”, sumando una delicada protección en casi 1.240.000 hectáreas.
Si analizamos estos hechos, que a veces parecen noticias aisladas o no integradas, dentro de los pobres resultados de la Conferencia de Cambio Climático de París -diciembre 2015- y la más secreta de Davos, en cuanto a sus conclusiones o nuevos negocios de las grandes corporaciones y el poder que con ellas acuerda, negocios poco compatibles y menos sostenibles para con los ecosistemas y sus reinos de vida, esta decisión nacional e internacional, es una delicada celebración. Más aún, si aterrizamos sobre los intentos de represar nuestros ríos, precisamente el río Paraná, donde organismos internacionales y nacionales especializados los identifican como de delicada protección ambiental y cultural como lo demuestran estos tres sitios RAMSAR; está claro que la simplificación de los procesos políticos y de debate existentes en la política mayoritaria vigente, no deja de ser un desafío enorme para la construcción de nuevos escenarios políticos, frente a la gigantesca ausencia o vacío ideológico reinante sobre la crisis de civilización, la insistencia y ahora ratificación en la profundización de un modelo productivo nacional devastador. 
En esta inteligencia, el reciente Decreto de declaración de la Emergencia Nacional Hídrica Nro. 266/1016 (3), en la mayoría de las provincias de la Cuenca del Plata, oculta, más aún sin la intervención en sus fundamentos y firma del Ministerio de Ambiente de la Nación, las grandes razones que desde la desforestación, expansión violenta de la frontera agrícola, y simplificación del modelo sojero, como co-responsables del drama social y ambiental vivido. La sola referencia a la Corriente de El Niño, demuestra el negacionismo militante de un simplismo que solo busca, más recursos económicos en el exterior para atacar los efectos, y no gran parte de sus causas. Como dice Eduardo Galeano, “patas arriba, la escuela del mundo al revés”. 
Resulta vital, mirar el río Paraná como un árbol y celebrarlo recomponiendo sus ramas-ríos, de todos los verdes nuestros, millones de verdes sudamericanos, para reforestar sus valles y riberas, abrazar sus reinos de vida, como le cantamos al río que no se rinde, y así, ser casi todos, pero fundamentalmente la juventud, protagonistas convencidos de la reconstrucción, paso a paso y a la vez urgente, de este maravilloso y privilegiado corredor biológico y cultural, que es el “río Paraguay-Paraná” y su más enorme sistema de humedales en la madre tierra. 

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