AHORA ASEGURAN QUE LLAMAR ABUELO A UNA PERSONA ES UNA FORMA DE MALTRATO
Además de
persona de color, con capacidades diferentes o con visión reducida, ahora se
deberá incorporar la expresión adulto mayor. El maltrato cotidiano a las personas mayores es consecuencia
de un sinfín de prejuicios culturales -como dirigirse a ellos como
"abuelos", que es sólo un rol social- y trasciende las formas más
obvias, como la violencia física, aseguraron especialistas, de cara a la
conmemoración, el 15 de junio, del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso
y Maltrato en la Vejez. "Más allá de las situaciones de violencia obvias,
como puede ser la agresión física, sobre las personas mayores -como sobre todos
los grupos- pesan malos tratos que son definidos a partir de las sensibilidades
de una época y de un contexto", aseguró a Télam el psicogerontólogo
Ricardo Iacub, titular de Psicología de la Tercera Edad y Vejez, de la
Facultad de Psicología de la UBA. Y continuó: "Lo que calificamos
como buenos o malos tratos son nociones regidas por las sensibilidades
actuales. Por ejemplo, hoy pensamos que hay que aumentar la autonomía a las
personas mayores, entonces lo que hasta hace algunos años podía considerarse
que era un cuidado, como no dejar a un adulto que salga a la calle para que no
se caiga, hoy lo vemos como un gesto de sobreprotección y como un
maltrato". En el mismo sentido, Jorge Paola, director de la carrera de
Gerontología de Universidad I-Salud, sostuvo que "existen numerosas
prácticas cotidianas y del lenguaje que hemos naturalizado y que son
discriminatorias". "Decirle 'abuelo' a una persona mayor es
peyorativo. El 'abuelazgo' es un rol social, es limitar a esa persona sólo a
esa función, que ni siquiera sabemos si la tiene, es no entender la
multidimensionalidad de las personas. Podemos llamarla señor, señora o por su
nombre si lo sabemos", señaló Paola, Magíster en Política Social. Según
Iacub -autor de numerosos libros como "Todo lo que usted siempre quiso
saber de la jubilación y nunca se animó a preguntar" o "El Poder en
la vejez. Entre el empoderamiento y el desempoderamiento", "el seguir
llamando abuelo a una persona mayor y que hoy resulte un maltrato es un ejemplo
de cómo cambian las sensibilidades. En el siglo XIX se valorizaba el rol del
abuelo dentro del contexto familiar. Hoy entendemos que la persona vive en un
mundo más amplio. Entonces, seguir llamándolo así es limitarlo a un espacio
privado". Pese al trabajo del mundo gerontológico por mostrar que existen
otros modelos de vejeces diferentes a la persona mayor deprimida o asociada a
la enfermedad -vejeces activas, productivas, felices, independientes- Paola
identifica la persistencia de estereotipos en el imaginario. "Hay muchas
publicidades que traslucen estos prejuicios. Por ejemplo, una marca de
computadoras tuvo un comercial en el que una mujer mayor utilizaba una notebook
para picar cebolla, carne e incluso la metía al horno. El mensaje era que la
compu resistía hasta 'tu abuela'", describió Paola.
En el mismo sentido está el tema de los cuidados: "Puede suceder que los
hijos lleven a una persona mayor a una residencia sin su consentimiento,
pensando en que allí puede estar 'más cuidado' y quizás el adulto mayor no
estaba demandando más cuidado y se sentía bien en su casa, entonces esta conducta
se traduce en un abuso", indicó Iacub. En este contexto, Paola recordó que
"un relevamiento realizado en 2010, el 30 por ciento de los adultos
alojados en residencia geriátricas no tienen un consentimiento firmado". "Estos
malos tratos son producto de una violencia cultural muy arraigada. Si yo pienso
que la persona mayor es incapaz, seguro voy a cometer una cantidad de acciones
abusivas o violentas. Si me da 'cosa' o 'rechazo' ver dos personas mayores en
situación de erotismo o en una escena sexual como vemos de personas jóvenes,
también es probable que luego discriminemos", sostuvo Iacub. Además,
agregó: "Ahora bien, hay una violencia estructural que existe cuando la
persona no sabe quién es el que ejerce esa violencia y termina haciendo sentir
culpable a la víctima. Ejemplo: cuando una persona mayor sale a caminar y están
todas las veredas rotas, termina sintiendo que él es quién no encaja, cuando
como sociedad deberíamos garantizar espacios que permitan la circulación de
diferentes cuerpos". Iacub expresó que "también es violencia
estructural que una persona mayor pida un turno al médico y le den con tres
meses de demora, que no se realice como corresponde el ajuste de su jubilación,
que llame a su obra social o al ANSES y nadie lo atienda, es decir, hay un
sinfín de situaciones que parecen ser culpa de nadie que hacen sentir al adulto
más vulnerable". Más allá de estas formas cotidianas, culturales y
estructurales, las personas mayores son víctimas también de violencia física,
sexual, psicológica y económica. "Un reciente revelamiento de la Ciudad de
Buenos Aires arrojó que casi el 75 por ciento de las denuncias de abusos a
personas mayores en 2015 fueron realizadas por mujeres", describió Iacub. "Por
un lado, creo que esto tiene una explicación en la violencia de género, que
está presente en todos los momentos de la vida, hay una apropiación del cuerpo
y la voluntad de las mujeres. Pero también tiene que ver con que las mujeres
hoy tienen mayor conciencia y denuncian más. Para un hombre es quizás más difícil
reconocer que es víctima de un abuso y más aún expresarlo o denunciarlo",
agregó. Según la ONU, se estima que entre el 4 y el 6 por ciento de las
personas mayores de todo el mundo han sufrido alguna forma de abuso y maltrato.
En 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución
66/127, designó al 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso
y Maltrato en la Vejez con el objetivo de reflexionar sobre estas prácticas y
generar conciencia entre las propias personas mayores en torno a sus derechos.