Columna de Opinión
Malas prácticas
Estamos acostumbrados en estos tiempos a buscar atajos en
leyes y resoluciones que nos lleven a la meta que queremos a cualquier costo.
Se usan metodologías que rayan lo ilógico
o lindan con principios poco claros, que no debemos emular. Se debe ser ejemplo,
más cuando las circunstancias y los
hechos nos ponen en un lugar
preponderante dentro de una institución educativa. Los concursos para acceder
al sistema son o deberían ser una de las
forma más claras para insertarse en el mercado laboral y lograr una estabilidad en el mismo. No debería
el más alto cargo de una institución
educativa hacer preponderar en estos ámbitos el aval político, de la pertenecía que sea, y usar el
mismo para direccionar algún que otro concurso, arrogándose poderes que superan los reconocidos
por un estatuto que aparentemente desconoce. En actitudes como estas, donde se
discriminan a algunos trabajadores de la docencia por motivos de conveniencia o devolución
de favores es donde se debe hacer valer
los derechos adquiridos por los docentes
y luchar para que estos sean respetados.
Nadie se puede arrogar poder alguno para elaborar documentos que resuelvan
distintos hechos fuera de toda incumbencia. Cuando se toman decisiones y
determinaciones violando normativas claras se pierde el respeto y se quiebran
relaciones dentro de las comunidades educativas,
más cuando el alto cargo viene con un buen conocimiento de reglamentaciones, que no pone
en práctica aparentemente. La lucha por
la estabilidad laboral en la docencia viene de alta data. Casos como algunos
que trascienden los ámbitos educativos y se exponen en la sociedad nos deja
demostrado que las normativas vigentes
deben ser respetadas. Un cargo, un título obtenido muchas veces con altos
puntajes no garantiza la buena práctica en una institución, esto es meramente un valor
fáctico para acceder a un cargo. Los valores éticos y morales deben ser herramientas insoslayables en la carrera docente, son los que deben tenerse y no abandonarse jamas, no solo para ser ejemplo ante los educandos, sino también ante los educadores y hacerse
merecedor del respeto de la comunidad educativa y mantener una buena relación con la sociedad toda.
José Luis Regalado
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