EDITORIAL
La embriaguez del poder
La
embriaguez que genera el poder más
cuando es acompañado esto con un crecimiento económico, termina haciendo
confundir a quienes lo ostentan u ostentaban que eran los dueños del mismo.
Existen distintas clases y definiciones de lo que es el poder y discusiones
sobre esto. Una de ellas podría llamarse, la más razonable seguramente para
algunos, pues no existe el absolutismo en lo que a esto se refiere, puede ser esta:
Por
poder se entiende cada oportunidad o posibilidad existente en una relación
social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad. Podemos
imaginarnos a una familia que durante años usufructuó de este y con este, por distintos medios hacer cumplir su propia voluntad, acrecentando el mismo y generando en el
individuo que lo ostenta un exacerbado egocentrismo, creyéndose el único que
podría tenerlo, sostenerlo en el tiempo,
manejarlo, dosificarlo, pero jamás perderlo ni entregarlo. No me imagino a
estos empoderando al pueblo, a su comunidad, es perder el protagonismo y creer
que con esto se podría perder la continuidad en este y la borrachera adictiva
que esto genera. Pero son muchos los años y dicen que el poder desgasta y
también se desgastan y se revelan
quienes cumplían su voluntad, como si
esta emanara de una divinidad eterna. Cuando el poder abandona a estos
individuos, se aferran a cualquier cosa que les genere protagonismo y acceder a
migajas de este pensando en un pronto retorno. Vivir en esta continua embriaguez durante mucho tiempo y
beber de esta fuente seguramente genero adicción. Hoy les resulta prácticamente
imposible no escuchar las adulaciones de voluntades cooptadas por largo tiempo,
sometidas y mantenidas con un riego constante. Por eso estas familias del poder,
que son las nuevas formas de gobierno desde hace varias décadas, seguramente no
solo lamentan la perdida de rentas económicas, hoy se aferran a cargos para continuar
embriagados con lo poco que estos les dan. Consideran estos oportunistas una
gran derrota no poder legitimar el poder real que da el voto y que otros si hoy
pudieron, seguramente como ellos en su momento, y que ojala estos que gozan
del poder que les prestamos, sean abstemios a la embriaguez que el mismo
genera.
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