martes, 12 de abril de 2016

El Viejo -“No decile que no”. Parte I

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El Viejo
-“No decile que no”. Parte I
 Por: Lilia Rodas 
Su hijo me lo contaba, con la mirada ardiente de impotencia, con la resignación de los que no pueden luchar contra el poder de la burocracia, del poder político, de la injusticia penal. 
El viejo, hombre de bien, de trabajo duro, de esos que aun siendo analfabetos construyen valores mejores que los que en la escuela se enseñan, jefe de bomberos, de manos rudas y corazones grandes… había caído preso. 
No importó que en su pueblo natal levantaran firmas y firmas a sabiendas de su inocencia, no importó que todo su terruño supiera y gritara a viva voz quienes y porqué habían asesinado a los caseros de ese campo, no importó que fuera él a quien habían confiado los caseros el cuidado de la casa, ese día que se iban de viaje, no importó que nunca hubieran encontrado en el viejo mas que la pólvora de la escopeta que el casero le había dejado para matar chimangos y que ésta no fuera el arma que mató a los cuidadores de ese campo, ni importó tampoco que en ese campo bajaran avionetas misteriosas de las que los caseros desconfiaban y habían empezado a hablar, quizás demasiado. 
Nada de eso importó mucho, su defensor oficial de pobres y menores lo dijo, resignado, como están acostumbrados a resignarse los defensores de los pobres, a que la justicia de los poderosos siempre les gane de mano, dicen por ahí que la justicia, como la serpiente, pica solo a los que están descalzos, resignado lo dijo el doctor: “necesitaban “esclarecer” el caso rápidamente y el Viejo estuvo en el lugar y en el momento equivocado”… 
Y el Viejo caminaba la cárcel derechito, como siempre anduvo en la vida, mirada gacha, boca cerrada, barriendo sangre, abriendo candados cuando los vigilantes escaseaban, y le daban la llave al Viejo para abrir y cerrar rejas, esas rejas que él esperaba traspasar un día haciendo un “oleee” a todos los jueces que no le habían creído nada, porque al Viejo solo con verlo venir de lejos te inspiraba confianza, andar en calma, aun condenado a condena perpetua… y él sin saberlo. El creyendo que pronto saldría en libertad, porque a él le enseñaron a creer en la justicia, y él todavía creía, no entendía, pero creía, a regañadientes no dejaba de creer en la justicia. El sabe que es inocente, entonces, por lógica y justa razón espera su libertad. 
Si en algo era tozudo el Viejo era en eso. El quería irse en libertad con la frente alta. Incluso al defensor y los que lo conocíamos ahí adentro nos sorprendía con su lógica acertada de la vida, los valores y que lo que era justo debía ser justo.
Con un atisbo de canas en su cabeza, el hombre de la justicia, uno de los pocos defensores que recorrían las cárceles acordándose de sus detenidos, pensaba porque no había aceptado trabajar en la oficina de su socio, con causas civiles, claritas y mucho mas tranquilas, donde los latigazos del poder y del dinero pasaban un poco más por el costado… con aire acondicionado, con alfombra, con secretarias sirviendo cafecitos calientes y faldas cortas…No, ahí andaba él, en pasillos calurosos y malolientes, acostumbrado a que la queja justa de sus defendidos cayera en saco roto, revolviendo mugre, atajando insultos, atendiendo presos sentado en una banquilla de patas chuecas y de madera rancia, escuchando muchas veces presos como el Viejo de los que se sabía obsoleto pero que igual le correspondía poner el cuerpo.
- Señor Torrencio, le dijo su defensor. Tenemos la posibilidad de pedir una prisión domiciliaria, para que Ud. pueda irse a su casa junto a su mujer y sus hijos. Lamentablemente nuestra justicia es de instancia única y el juicio ya está dictaminado. No se puede hacer mucho más.
- No entiendo, no le entiendo Don, si no me dejaron hablar, si no aceptaron los testigos, me dijo “la negra” que la gente del pueblo que quiso contar que me conoce y sabe quien soy, no pudo estar ahí. Y que no le miraron siquiera todas las hojas de firmas que juntaron en todito el pueblo…
- Pero las cosas son así Don Torrencio, los jueces hicieron lugar al planteo del fiscal. 
Por: Lilia Rodas 

Continua el próximo Domingo

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