Recordando a alguien que no nos abandonara
A veces
somos nosotros los que creamos y creemos en la inmortalidad de algunos vecinos,
este es uno de los casos
Domingo
Benito Villarreal, nuestro Belete, será recordado principalmente por ser uno de
los carniceros que más tiempo trabajo en el oficio. Afilador y conocedor de
cuchillos como pocos, inquieto, luego de jubilarse decidió seguir trabajando
por cuenta propia, montado a su bicicleta.
Nacido un 21 de Marzo a la vera del Río Paranacito.
con su acento campero denotaba su presencia permanente en la tierra firme, y en los ríos de nuestro delta; “solo me saco dos meses la creciente del ’59” decia y nos recordaba sus múltiples trabajos que lo llevaron desde tropillero, fabricante de ladrillos, carnicero, almacenero en una lancha almacén y en su “tumbero” de una sola lanza, canillita, cuidador de niños, matarife, albañil, y nos relataba como vendía pastelitos en las fiestas multitudinarias del aero club, y parecia volver en el tiempo para contarnos que viajó en avión en la falda de Vicente Fernández. Y su memoria lo llevaba al primer trabajo, por el cual cobró “Un colorado” Diez pesos de aquel entonces, para cuidar a los chicos del gerente del Banco Agrícola. Y hasta parecía bailar cuando rememoraba aquellos bailes en los clubes, en donde oficiaba de mozo, con su camisa “inmaculadamente blanca”. Y seguirían las historias, si no fuera porque sentarse a charlar con él era imposible, , siempre en actividad, siempre en su bicicleta. Siempre con su saludo cordial de “adiós hermanito”.
Como bien dijo la Negra Sosa:Tu bici te llevo al cielo, seras nuestro Angel de la bicicleta.
Nacido un 21 de Marzo a la vera del Río Paranacito.
con su acento campero denotaba su presencia permanente en la tierra firme, y en los ríos de nuestro delta; “solo me saco dos meses la creciente del ’59” decia y nos recordaba sus múltiples trabajos que lo llevaron desde tropillero, fabricante de ladrillos, carnicero, almacenero en una lancha almacén y en su “tumbero” de una sola lanza, canillita, cuidador de niños, matarife, albañil, y nos relataba como vendía pastelitos en las fiestas multitudinarias del aero club, y parecia volver en el tiempo para contarnos que viajó en avión en la falda de Vicente Fernández. Y su memoria lo llevaba al primer trabajo, por el cual cobró “Un colorado” Diez pesos de aquel entonces, para cuidar a los chicos del gerente del Banco Agrícola. Y hasta parecía bailar cuando rememoraba aquellos bailes en los clubes, en donde oficiaba de mozo, con su camisa “inmaculadamente blanca”. Y seguirían las historias, si no fuera porque sentarse a charlar con él era imposible, , siempre en actividad, siempre en su bicicleta. Siempre con su saludo cordial de “adiós hermanito”.
Como bien dijo la Negra Sosa:Tu bici te llevo al cielo, seras nuestro Angel de la bicicleta.
Ese hombre al
que los vecinos le querian dedicar el día de su cumple, hace poquito, como el
de “San Belete”.
Te quiero viejito ¡¡¡- te gritaba, hoy también.
Te quiero viejito ¡¡¡- te gritaba, hoy también.
Silvia MHAL
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