sábado, 2 de abril de 2016

Palabras en Conmemoración del 2 de Abril

Palabras en Conmemoración del 2 de Abril
Por: Carlos Ihlo


2 de abril de 2016. 00.00 horas. Treinta y cuatro años atrás en medio de aguas heladas y embravecidas capaces de matar una persona en minutos, un grupo de hombres esperaba una orden encerrado en las frías chapas de los barcos. No eran los únicos. Otros, no menos tensos, hacían lo propio a metros de un avión, en un puesto de guardia, en una congelada base del sur o dentro de un guardacostas de chapa fina pero tripulado por prefecturianos de coraje impenetrable.
Esa orden que tenía por destino definir la delgada línea entre la vida y la muerte de cientos.
Esa instrucción que desde los EEUU se aconsejó al dictador de turno NO dar, informándole que, de hacerlo, NO contaría con apoyo alguno en caso de enfrentarse a la principal aliada de la máxima potencia mundial.
Y la dio. Para que sea cumplida por hombres con altísima preparación al principio, pero que conformaban parte de un grupo con otros muy distantes de su nivel y de su personal elección.
Habían llegado allí por cometer el "pecado" de tener 18 años. Seguramente muchos temblaban culpando el frio, como pueril excusa para ocultar el miedo en un medio viril que ignora que el temor es parte inseparable de nuestra condición de seres racionales.
Presumo que todos, los bravos y los débiles, los experimentados y los novatos, los realistas y los idealistas habrán encolumnado sus oraciones y miradas hacia el cielo y hacia un símbolo tan puro como nuestra bandera, la misma que tantos dicen defender y juran a su pie, sin dudar en pisotearla luego con sus actos, confirmando su cobardía al amparo de una Patria que no los demanda y un Dios demasiado alto para cobrar rápidamente las traiciones.
Arribamos a una de las fechas más caras al sentimiento de aquellos que vivimos esos días: El desembarco de Malvinas. Llegamos como alguien escribió una vez "ya sin lágrimas, pero no con menos pena".
Llegarán hoy los discursos de compromiso, muchos de los cuales ignoraran contar como se escondió como perros enfermos a nuestros valientes: flacos, agotados, con sus cuerpos heridos y sus almas muertas, propio de nuestra sociedad triunfalista, para después someterlos al destrato del escaso o nulo reconocimiento oficial.
Por eso, y sobre todo si no leíste sobre Malvinas...nunca te rías de un veterano. Vio cosas que jamás imaginarás. Los sonidos que el tiene adentro en nada se parecen a los tuyos. Dale una mano, una palmada, un mate. Respeta sus silencios, su dispersión, sus cambios de humor. Acordate que algunos eligieron las ruedas de un tren al desprecio de esta sociedad. 
Nunca olvides que hace 34 años cientos de argentinos comenzaron su viaje al cielo tras cerrar sus ojos segundos después de salir de sus pozos, de ver un fogonazo que anuncia la llegada de la bala final, de ver el avión sobre su cabeza, un misil hacia su posición o de estar frente a frente y a cuchillo con otro hombre llamado "enemigo" en ese momento. Seguro muchos gritaron ¡Viva la Patria!, mamá, Dios o simplemente se durmieron mirando por última vez un pedazo sucio de tela celeste y blanca que como un ala nos cobija de punta a punta de nuestro territorio, recordando cuando la vieron izada por primera vez en una escuelita de provincia.
El mejor homenaje es leer todo lo que pasó para hablar con fundamentos y poder retransmitirlo. No los olvidemos. No los matemos otra vez.
Honor y gloria eterna a nuestros HÉROES.

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