Quienes
transitamos la avenida Entre Rio de nuestra querida Villa, y la conocemos en
sus mejores épocas donde no era castigada por esta atípica creciente, nos
invade una desazón y angustia generada por la impotencia de que nos enfrentamos
a algo conocido que no podemos evitar, pero si ver menguado su impacto, algo
que merece un análisis que haremos en su momento. Decidí esta tarde visitar a
amigos comerciantes y vecinos. Existen distintas clases de impacto, el
económico subsanable en el tiempo, nunca en su totalidad, pero también un impacto psicológico que incide en
el ánimo de la gente que ocasiona un desgaste y estrés que muchas veces
escondemos o queremos desconocerlo. Este estado está claro en esta creciente,
por eso llame a esta una creciente
atípica. En esta creciente venimos desde hace más de un año con el precio de la
madera muy bajo, o sea que quienes están abocados a esta economía hoy se ven
sumamente perjudicados pues aparte de sufrir la inactividad del sector, este
mismo prácticamente ya venía con poca
rentabilidad. Quienes invirtieron para una temporada turística aparte de no
poder trabajarla, deben enfrentar hoy
las deudas de esa inversión, la ganadería no queda afuera, la apicultura, la
construcción, una interesante salida
laboral pues existe en la zona una importante inversión en este rubro, todos a
la espera de créditos a bajo interés o sin él mismos, que palearían en algo esta situación. Consultando esto y el porqué del estado
anímico del isleño en esta creciente coinciden que mucho es la angustiante
situación económica por los bajos precio de venta de los productos de la zona.
Otra situación es el que muchos isleños
comerciaban y cazaban nutrias para comercializar los cueros, que en esos
momentos tenía un alto valor, con tres cueros comprabas la comida para el día
en una familia, hoy el cuero no tiene valor, y son muchos los que lo sufren,
los cazadores, los comerciantes y los acopiadores. Esta introducción tiene un
porque y esta directamente ligada a la actividad económica en la rama comercial.
Quienes conocen la venida Entre Ríos, en la zona costanera
desde la Cooperativa de Productores hasta la finalización del pavimento existían en épocas normales, más de 70 comercios, hoy no supera la decena,
los cuales no quieren abandonar su lugar y solo con acceso en lancha se puede realizar
la comprar. Un comercio que enfrenta
esta adversidad se encuentra a la vera del Banco Bersa y es de la familia
Sanches atendido por Néstor y su esposa Silvana a quienes acompañan sus Hijos
se prepararon para superar esto hace días. Néstor hace más de 25 años que
trabaja en este comercio y desde el 2007 son
propietarios. En una charla con Néstor y Silvina recalcan la grave situación que atraviesan y
resaltan su autoservicio como único sustento. También comentan la importante
inversión para seguir funcionando que tuvieron que hacer para la compra de
tablas, sin contar la mano de obra que hubiera
pues la realizó con un amigo y su hijo. Silvana destaca el costo de
trasladarse por agua y hacerse de la mercadería, costo que los proveedores no absorben. La presión implosiva es sumamente grande pero están a la espera de la exención.
Cuando le comunicaba que eran de los pocos no más de 5 en la zona netamente
comercial de la avenida me dicen, no
tenemos alternativa aunque alquilamos es nuestro lugar, levantamos más de 1 metro del piso y hoy nos
debe quedar 60 cm .
después veremos como continuar la lucha
y que hacer, vivimos el día a día. L a
Juvenil es otro comercio que queda hoy en
la desolada avenida, un comercio de más de 30 años, también familiar
Daniel y Vicente son sus propietarios y cuñados, alcanzaron a diversificar sus actividades comerciales,
pero las dos son las más afectadas. La del comercio y la forestal, esta
última nos dice Daniel hace tiempo que
el costo de la madera es tan bajo que deja una rentabilidad que cubre los costos, pero impide prácticamente la reinversión para
sostener la forestación. Esta creciente vino a complicar esta actividad ya que
hace 5 meses que se paró completamente, dejando mucha gente sin trabajo. Ellos también
realizaron un entablonado y levantaron su comercio, heladeras frízer y
estanterías para continuar su actividad, reclaman una atención mayor a los frentistas de comercios que quedaron
sobre la Avenida, ya que tienen altos
costos para llegar por agua con los proveedores y no quieren trasladar este
a los precios, ya que ellos son también inundados y saben el sufrimiento de la
gente. También reclaman una baja de presión tributaria, el municipio ya declaro
la exención impositiva pero se retrasa la provincia y ver lo que puede hacer la
nación. Vicente dice, como para aportar, que se podría realizar un solo viaje
de todos los comerciantes y que el municipio colabore y así poder continuar con
los mismos precios, ya que hoy todos sufrimos esto. Otro aporte fue pedir, una
retracción del aumento de la luz hasta pasar esta situación ya que la empresa
de suministro, es en buena parte del estado. En otro rubro esta otra empresa
familiar de “ Don Del Do” donde junto a
Elvira la encargada y dueña del emprendimiento, aunque aclara que Gabriel, así
se llama don Del Do, es también parte, llevan décadas en el rubro ferretería,
hoy ampliado también a la construcción, comercio adquirido al vecino Angelito
Del Do. Hoy nos comenta Elvira que esta todo parado llegaron a tener varias
obras y 10 empleados en blanco y los demás contratados, hoy quedan solo 5 y no
sabemos cómo mantearlos, obras no hay y las pocas que podemos hacer no alcanza
para cubrir los costos fijos. Nos dice la obra pública esta parada, ya desde el
año pasado viene el problema las pocas que tuvimos ya veníamos con problemas de
cobro. Nosotros también incursionamos en la forestación pero la AFIP vino y nos
multo por no cumplir con requisitos de aportes al personal del campo, estoy de
acuerdo que se debe pagar, pero el trabajo en el monte es atípico y con los
valores de la madera de hoy es
imposible. Tuvimos que pagar multas importantísimas, no fuimos los únicos, muchos
forestadores también sufrieron el ataque impiadosos de la Afip, hoy me pregunto
cómo puede ser que hace tres años nos sucedía esto y hoy se dan cuenta que un
evasor debe 8.000 millones, es insólito. Estos comercios una zapatería, una
tómbola, una verdulería un maxiquiosco y un comercio de comidas, estos últimos
tres se habían comunicado con una pasarela con el Cerro poblacional de más 70
metros, que el agua y la creciente no
perdono. Esto es la cara del otro sacrificio, por la continuidad de este
servicio. Esto me costó la tarde, ya cae la noche y transito a remo por una
avenida sin límites, al fondo sale una inmensa luna y pienso un agradecimiento
que parece poco, de un día sin lluvia, pero con mucha agua.
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